El THRILLER

¿Y qué palabras esperaban del creador de la obra?

Ahora bien, afirman lo mismo los integrantes del equipo de selección literaria que trabajan para la Editorial Maghenta; y junto a ellos, D. Carlos Cambra, su Director, quien ha apostado muy fuerte publicándome a mi, un total desconocido... ¿Por ahora?

Lean e infórmense, pues ustedes tendrán la última palabra.

Córdoba 2007, reportaje en televisión

Inspiración

La triste soledad del artista

El Instituto de la Mujer y Maghenta, con l@s juarenses

Ricardo Clark, autor de KTRM Snuff Movie, visitó a la directora general del Instituto de la Mujer, Dª Rosa María Peris, para conversar sobre su libro y proponerle actuaciones conjuntas.
*
Directora General y escritor, juristas ambos, intercambiaron pareceres sobre diversos asuntos de actualidad, y consideraron poner en marcha iniciativas que desde la literatura conciencien al público de la necesidad de erradicar todo tipo de violencia.
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El autor obsequió un ejemplar de la novela a su anfitriona, como ilustra la fotografía adjunta.

miércoles, 9 de enero de 2008

Polémica con un toca... yo

3 comentarios:

Ricardo Clark dijo...

Estas utilizando el nombre de un escritor que ya existe, desde hace treinta años.
Cuyo nombre ademas esta registrado.
Saludos
Ricardo Clark

Ricardo Clark dijo...

Casualmente hace dos años gane el Premio NACIONAL DE NOVELA en Mexico con al novela negra Patrullas Nocturnas. Consulta. Estoy en internet.

Tambien soy premio nacional de cuento por Dias de Acecho

Premio de la Revue Francaise en 1971.
etc, etc, etc.

Algo mas: no fanfarronees tanto por una novela. Te ves ridiculo entre los que somos del medio.

Algo mas: mi nombre esta registrado en derechos de autor desde hace muchos años. Encuentra una solucion. O buscate otro ombre como Gabriel Garcia Marquez por ejemplo a ver que ocurre.

Atentamente

Ricardo Clark

Ricardo Clark dijo...

Réplica a un toca... yo.

Sr. Clark:
Constato el hecho de que rechaza usted la amistad que le propuse establecer, tan pronto como tuve conocimiento de su existencia por un comentario suyo en un espacio dedicado a mí. Bastante curioso me resultó comprobar que dos personas homónimas hubiéramos acabado teniendo en común, además, el gusto por la creación literaria; jamás me hubiera perdonado dejar de intentar un acercamiento, pese a lo complicado que fue hallar referencias a usted en la World Wide Web.

¿Tiempo perdido? Depende. En internet sólo dos cosas alcanzan tanta difusión como el sexo: Polémica y gilipoyeces. Sus comentarios en mi blog condensan ambas características en grado superlativo; de modo que alteraré mi política habitual hacia las mismas, resumida por el bello refranero castellano en la frase: El mayor desprecio es no hacer aprecio. Como a fin de cuentas uno de los objetivos que persigue este blog es vender mi obra, sea.

Acepto gustoso el evitarle como amigo, y antes bien me alegro de que mi error al sugerírselo se haya hecho patente tan pronto, ahorrándome tiempo.

Sucede que me llamo Ricardo Clark, de modo que he firmado, firmo y firmaré mis obras como tal, pues bien orgulloso estoy de ellas e ilusionado soy por tanto lustre cuanto a mi apelativo aportan.

Le concedo que para moverme perezosamente por el mundillo literario, tal vez hubiera sido más feliz coincidencia haber compartido nominal con algún exitoso autor de fama mundial ya consagrada; pero ¡Qué le voy a hacer! Tocará resignarse con lo que hay y seguírmelo trabajando yo duramente hasta forjarme ese nombre; cosa por cierto mejor ajustada a mi gusto particular.

En cuanto a sus gratuitas descalificaciones personales, le recuerdo que nunca ofende quien quiere, sino quien puede.
Sepa además que en muchos foros del ciberespacio faltas de educación tan graves son castigadas con la expulsión; cuando su destinatario es además el administrador de los mismos, excuso decirle. Afortunadamente para usted, yo ofrezco en aquellos que gestiono una libertad de expresión limitada únicamente por la obligación que impongo a quien impute delito contra otro de aportar pruebas o retractarse, pues entiendo que insultos, injurias calumnias o menosprecios sólo desacreditan al que los profiere y a cuantos incautos quieran darles pábulo.
Sólo los escritores que, carentes de negro o padrino alguno, hemos tenido que sudar tinta china para hallar editor que reconozca nuestra obra y apueste su oro por ella, calibramos el valor inherente al mero hecho de verla publicada.
Sírvase indicarme la fuente de esa autoridad que invoca para determinar quién es creador literario o no, pues siempre me place leer bufonadas risibles.

En fin, aquí estamos: Dos y a la greña.

La vida es algo demasiado serio como para no tomárselo a cachondeo.